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viernes, 23 de agosto de 2024

Diálogo anodino

Desde varios frentes y durante varios meses, diversos actores políticos, organizaciones sociales y comunicadores han sugerido y presionado por la realización de un diálogo nacional como salida a la crisis que vive Bolivia. Así el gobierno ha realizado un diálogo con varios sectores en los últimos días y es necesario analizar su trascendencia por la importancia que representa.

La demanda de diálogo

Es fundamental precisar el contexto en el que se le exige al presidente un diálogo nacional ante la crisis. Durante los últimos dos años hemos visto a Bolivia desenvolverse en una situación de características peculiares que se las sintetiza de la siguiente manera. Los síntomas que se viven hoy en Bolivia, ya no son sólo los de una crisis del gobierno de LAC, en realidad se ha develado una crisis de Estado, cuyas características estructurales son la desinstitucionalización de las principales instituciones del Estado y la crisis económica galopante, ambas circunscritas en la ingobernabilidad actual y la deslegitimación ascendente del presidente. Como es previsible en una situación de estas características, estos factores ya bullen en una escalada del descontento de la población ante la inacción gubernamental y son un coctel perfecto para una insurrección que deberíamos intentar evitar ya que esta situación se agrava día a día. Entonces es oportuno establecer que, ante un gobierno que no cuenta con las capacidades necesarias para encarar estos retos por sí solo, se debe buscar una salida de la magnitud del problema que nos aqueja, aun cuando estamos a solo un año de la conclusión de su mandato.

Es así que se le plantea la convocatoria a un diálogo nacional en cuanto a concertación de diferentes actores políticos y movimientos sociales principalmente, con el objetivo de encarar de forma conjunta los dos grandes desafíos que son frenar la crisis lo más antes posible y encarar la reconstrucción del país para el mediano y largo plazo. Para estos desafíos es necesario contar con un plan de emergencia, pero para que este se efectivice se debe contar con tres elementos básicos, primero la disposición del actual gobierno, segundo contar con el concurso de los actores políticos oficialistas y opositores con presencia parlamentaria, y tercero legitimar el plan de emergencia con la población a través de las organizaciones y movimientos sociales más grandes del país.

El concepto de diálogo

Pese a que este es un concepto elemental se hace necesario precisarlo debido a que nuestros gobernantes han decidido darle una connotación diferente.

El diálogo en sí, es el acto de reunirse con otras personas para conversar y por lo tanto entenderse. La humanidad ha utilizado el diálogo como mecanismo de convivencia en el entendido de que, al conversar, los humanos se escuchan y por lo tanto es el paso inicial para acuerdos en asuntos que son de prioridad y comunes, para lograr una convivencia armoniosa y avizorar su futuro asociado. 

Por lo tanto, si la sociedad boliviana vive una crisis de Estado, con un gobierno sumido en la  ingobernabilidad y un presidente afectado por la deslegitimación, el diálogo se debe entender como una forma de solucionar la crisis de forma colectiva, a través de una concertación que permita echar a andar de forma inmediata un plan que afronte esta situación y la corrija.

Entonces primero se debe elaborar y debatir un plan que tenga dos partes articuladas entre sí: medidas de ajuste de emergencia para frenar la crisis lo antes posible y otras medidas de mediano plazo que tiendan a re construir el país accionadas por las primeras, pero que si bien son producidas en el contexto de la emergencia estén circunscritas en un plan de desarrollo a mediano y largo plazo. No es una tarea fácil, pero si ineludible.

Al parecer LAC ha definido su propio significado de diálogo y es: “conversar con mis allegados en una lluvia de ideas” y ha convocado a dialogar a actores afectos al gobierno sin una hoja de ruta mínima.

Diálogo anodino

El diálogo convocado por el presidente ha dejado de lado a partidos políticos con participación parlamentaria y organizaciones sociales criticas al gobierno, y lo hecho sin contar con un plan mínimo de emergencia y mucho menos un plan de reconstrucción, dejando a sus propios concurrentes con sabor a poco en referencia a sus conclusiones.

Las razones por las que LAC actúa de esta manera parecen ser las siguientes: porque no ha dimensionado el tamaño real de la crisis, debido a que no tiene las capacidades suficientes para diagnosticar la crisis (tanto el presidente cómo su gabinete insustancial no tiene los recursos teóricos ni empíricos para analizar la coyuntura que se desarrolla), porque no está dispuesto a asumir su responsabilidad en las políticas fallidas originarias de la crisis, y su disputa por el liderazgo del MAS además de su intención de re elección, perturba la claridad de su visión. Por lo tanto, bajo este razonamiento, cree que ha ganado tiempo con esta táctica.

En este escenario el diálogo no ha podido ser sino anodino, y obviamente no ha cumplido los grandes objetivos requeridos, dejando sin resolver los distintos elementos de la crisis de Estado, en resumen: la desinstitucionalización continúa, la crisis económica arrecia, la ingobernabilidad persiste paralizando cualquier iniciativa, y la deslegitimación del presidente se acentúa en cuanto su táctica del diálogo no ha dado ningún resultado que resuelva los verdaderos problemas que nos agobian. 

INFERENCIA

La táctica del diálogo anodino no ha hecho más que agravar al estado de situación que se vivía antes del 6 de agosto. Lamentablemente, esta no tendrá los frutos esperados por la población boliviana lo que se reflejará en la escalada del descontento que de forma inexorable se acerca a un desenlace catastrófico. 

Se ha perdido una oportunidad valiosa, porque el gobierno continúa su declive y en los próximos meses aumentara su descredito, afectando a cualquier otra iniciativa que pudiera surgir para intentar solucionar la crisis, es decir que las capacidades del presidente siguen siendo diezmadas, con la agravante de que a medida que el gobierno continua perdiendo legitimidad se evaporan las posibilidades de que soluciones técnicas o administrativas de algún tipo puedan ser suficientes para frenar el descontento y entonces solo será posible una solución política, que por la gravedad de la situación será traumática.

Es probable que, el siguiente paso de LAC sea el de desplegar la táctica de convocar a un referéndum forzado e improvisado, confundida con la opción política de redención del gobierno, y es previsible que el presidente ejerza toda la presión a su disposición para convocarlo, para lo cual tendrá que usar medios reñidos con la legalidad y la ética política, lo que puede resultar más arriesgado aún.

17 de agosto de 2024