jueves, 7 de abril de 2011

Los retos de la izquierda en la región suramericana

La articulación orgánica interestatal.

Esta articulación orgánica significa en primera instancia tener la claridad suficiente en precisar cuál es el instrumento para este efecto. En la región hoy conviven varios organismos multilaterales como la OEA, la CAN y el MERCOSUR, como los de mayor incidencia. Sin embargo está claro que las características de estos no han sido las mejores para la intención que en este nuevo momento se ha trazado y que se desarrollara más adelante. La OEA, concebida como un organismo continental cuyo alcance abarca desde el Océano Glaciar Ártico hasta el cabo de Hornos, ha tenido en esta característica a su principal inconveniente, ya que la presencia de realidades tan diferentes entre los estados del norte, o del Caribe, con los del sur hace difícil y lenta una integración más eficiente, además de contar entre sus miembros a países con una clara tendencia imperialista, neo colonial, e intervencionista como es EUA y Canadá. La CAN, es un organismo exclusivo de países andinos, que ha aportado mucho al desarrollo e integración de sus miembros pero solo abarca a cuatro Estados. Y finalmente el MERCOSUR, que es una institución con una orientación más económica y de intercambio, cuyo objetivo es preponderantemente la regulación de un mercado común entre sus cuatro miembros. Este estado de situación es precisamente el que ha llevado a los países del subcontinente a construir un instrumento que englobe a Estados con una continuidad geográfica más próxima, culturas más homogéneas y problemáticas comunes. Situado en América del Sur nace la “Unión de Naciones Suramericanas – UNASUR”, como un instrumento que mejore las condiciones de unificación del subcontinente. Bolivia ha ratificado a este instrumento como el mejor camino hacia la integración plena de los doce países que lo componen y considera que los objetivos inmediatos, cmo los de largo plazo, son posibles a través de este organismo.

Estos países requieren de forma urgente abordar un proceso integracionista, adoptando un conjunto de medidas multilaterales y con carácter vinculante, cuyos objetivos sean por ejemplo, el de compartir responsabilidades en áreas temáticas que requieran un esfuerzo conjunto, como aquellas tareas para enfrentar las principales amenazas a la seguridad alimentaria, a la seguridad energética, a la igualdad ó a la misma seguridad y defensa de alguno de sus miembros, pero también es una prioridad la de instituir a nivel regional los cambios que algunos Estados han probado como efectivos y resguardar los avances de los regímenes que viven procesos de refundación institucional.

Estos pasos fundamentales que son el de instituir el instrumento, el de preparase para los efectos de la crisis y el de instituir los logros de la región, no serán suficientes sin una segunda etapa que es la de enfrentar la modificación de las relaciones de producción y la modificación del sistema de mercado capitalista de forma conjunta y articulada.

Para estos efectos no se deben dejar de lado otros niveles de integración que también son importantes y necesarios, como por ejemplo, la integración académica para precisar principios, conceptos y para el correcto entendimiento del proceso que se está encarando y la integración partidaria para compartir experiencias y definir estrategias conjuntas que allanen el camino.

Los paradigmas de la nueva izquierda

El proceso de integración plena será más difícil si las comunidades y sus gobiernos no comparten los mismos paradigmas y son los partidos políticos los que deben tener la suficiente claridad en aquello. En los últimos años ha quedado evidenciado el acenso a gobiernos de los Estados de la región de partidos y movimientos de izquierda, y es aquí donde radica la mayor responsabilidad en abordar este debate. Esta también suficientemente claro que la izquierda de hoy no es la misma izquierda del siglo pasado, esta izquierda sigue otros paradigmas, como los que se detallan a continuación.

• Promover los derechos de las personas en una nueva dimensión. El reconocimiento a plenitud de todas las personas por igual, pero también de sus derechos humanos, considerando la evolución que han sufrido estos con la inclusión del derecho al acceso al agua, las telecomunicaciones, la energía, la vivienda, entre otros. Y son también derechos a resolver por el Estado. Es decir ampliar la visión y alcance de los derechos de las personas. Es evidente que la ausencia de estos nuevos derechos está instalada en los sectores más empobrecidos de la población y es ahí donde se debe trabajar con mayor empeño. Esto tiene como uno de sus efectos, una fuerte relación con la población más necesitada.

• La plena democracia. La democracia ya no es el medio para lograr la revolución, sino la revolución en sí misma, ya que un principio elemental hoy, es la participación plena de la población en la toma de decisiones y en la planificación de la gestión pública, tanto de forma individual (elecciones universales, referéndums, consultas previas), como colectiva a través de las organizaciones sociales, incorporándolas a la vida institucional del Estado (control social a gobernantes y planificación participativa). La clase política que ostenta el poder (desde la oposición como el oficialismo) en la forma partido y que de una u otra forma se beneficia del sistema, difícilmente permitirá este cambio, pero el alentarlo hace la diferencia entre los que buscan el poder para sí mismos y los que buscan el poder para la comunidad. Y cuando se habla de las organizaciones sociales no es una referencia a re-vincularse a ellas, o buscar alianzas con ellas, cuando más bien se trata de cederles el espacio político, también en la perspectiva de una renovación de la representación. Es evidente que los defectos de las Organizaciones Sociales están presentes y coadyuvan en la deslegitimación de estas, pero es aquí el sentido orientador del partido político. El participar es compartir, el compartir es solidarizarse, el solidarizarse es actuar en comunidad.

• La convivencia pacífica entre seres humanos. Una de las diferencias entre la izquierda del siglo pasado y la izquierda de hoy, es el hecho que hoy ya no nos planteamos el uso de la fuerza ni la aniquilación física del conservadurismo o de la reacción, como en el pasado. Esta diferencia radica en que hoy afirmamos que la humanidad ha evolucionado lo suficiente para comprender que la supremacía de una idea por sobre la otra radica en su racionalidad y su consenso, y no así por su imposición y mucho menos por la vía violenta.

• La conservación del eco sistema. La visión de un planeta perecedero en la ecología que hoy conocemos es ya una verdad irrefutable, asi como la protección del medio ambiente para satisfacer las necesidades humanas, incluyendo necesidades espirituales y sociales. El éxito de nuestros modelos de desarrollo no radica ya en el éxito de las habilidades extraccionistas, devastadoras y circunstanciales, sino en el de resolver las necesidades de la población hoy, sin hipotecar los recursos y la supervivencia de las próximas generaciones. Las políticas de uso de los recursos naturales, la administración de las naciones indígenas, la distribución de la tierra para empezar son desafíos que deben encararse desde la perspectiva de que la “Madre Tierra” es un sistema viviente dinámico, conformado por la comunidad indivisible de todos los seres vivos y sus sistemas de vida, que comparten un destino común por siempre. Es una responsabilidad política de la izquierda evitar la degradación de las condiciones de vida planetarias generadas por el modelo capitalista. Los partidos verdes y medioambientalistas le han arrebatado a los partidos de izquierda tradicionales esta bandera, pero hay que recuperarla.

Finalmente es importante puntualizar que el ejercicio del gobierno por la izquierda debe tener como fin la máxima eficiencia y la más amplia transparencia, donde la administración de la comunicación es primordial en el éxito del proyecto.

(Este artículo es un resumen de una disertación realizada en Montevideo a partidos y movimientos de izquierda del cono sur en marzo de 2011, cuyo fin fue analizar “Los gobiernos de izquierda y el nuevo contexto”)